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Origen

A lo largo de la historia se han publicado numerosos estudios sobre el desarrollo del oídio. Ya en 1847 se informó de su existencia en Francia, y en Italia a finales del siglo XIX.

Al principio sólo se estudió la forma asexual (micelio y conidios), pero en la década de 1940 se aisló por primera vez la forma cleistoica, es decir, la sexual (Yossifovitch, 1923).

En los últimos años, con el aumento de las temperaturas medias y la prolongación de los periodos templados y húmedos, este patógeno también ha empezado a atacar de forma más constante a las vides de ladera.

Este patógeno se ve menos afectado por las variaciones climáticas que, por ejemplo, el mildiú velloso.

El oídio también se conoce como mildiu blanco debido a la producción de un micelio blanco sobre los órganos atacados.

Mecanismo de acción

Como en el caso de otros hongos descritos en artículos anteriores, se pueden distinguir dos fases de desarrollo fúngico: fase de infección y fase de incubación.

La primera se desencadena por condiciones climáticas favorables y representa el ataque primario; la incubación es el periodo entre la infección y la aparición de los síntomas.

Durante el invierno, los hongos permanecen en fase de reposo, al igual que las plantas, a la espera de condiciones climáticas favorables.

El oídio se presenta en la planta bajo dos formas que pueden coexistir: la forma ascófora (Uncinula necator), con esporas encerradas en órganos llamados cleistotecas, y la forma conidios (Oidium tuckeri), con desarrollo incluso a bajas temperaturas y baja humedad relativa. La forma ascófora es la principal fuente de inóculo para las infecciones primarias.

En el invierno aparece en forma de micelio en las yemas latentes y/o en forma de cleistotecas, en la superficie de los órganos afectados, en particular en la corteza de los tocones. En primavera, las infecciones primarias pueden afectar a brotes enteros, que se denominan «brotes bandera» por su aspecto típico.

Tras un periodo de incubación de 8-12 días, dependiendo de la temperatura, aparecen los síntomas originados por las infecciones ascospóricas.

En cuanto a las condiciones climáticas, el hongo difiere según su forma biológica:

  • Forma ascófora: las cleistotecas se abren con una precipitación de al menos 2,5 mm y una temperatura superior a 10° C y una humectación de aproximadamente 15-20 horas.
  • Forma conídica: con desarrollo incluso a bajas temperaturas, de 5° a 30/35° C, óptimo a 27° C, y en presencia de baja humedad relativa (inferior al 50%).

Daños y defensa

El oídio aparece en ambas superficies de la hoja, en el envés puede desarrollarse muy pronto con la formación de manchas translúcidas cubiertas de un ligero moho blanco. Las manchas resultantes de las infecciones primarias pueden confundirse con las «manchas de aceite» del mildiú velloso.

Figura 1. Moho blanco en la hoja

Si el ataque es precoz, incluso antes de la floración, los pequeños racimos son incapaces de desarrollarse y mueren. En las bayas ya formadas, éstas siguen siendo pequeñas y menos azucaradas. No sólo eso, debido a la diferencia de elasticidad, las uvas de los racimos se parten, volviéndose susceptibles a otras infecciones como la botritis.

Figura 2. Uvas agrietadas

En el raquis de los racimos, la enfermedad se manifiesta con alisamientos y necrosis. En los brotes, las lesiones reticuladas impiden un crecimiento regular y, al persistir durante la lignificación, provocan fragilidad y una menor resistencia al frío invernal.

Figura 3. Brotes

Los ataques de oídio reducen la producción y la calidad del vino debido al ataque a diversos órganos, tanto vegetales como reproductores. Éstas provocan la reducción de la acumulación de azúcar, lo que tiene un efecto directo sobre el desarrollo de la planta y la acumulación de reservas energéticas para la temporada siguiente. Los daños empeorarán si se produce una filoptosis temprana (caída de las hojas).

Al igual que en el caso del mildiu, la defensa debe lograrse principalmente mediante una gestión agronómica correcta, que incluya el uso de formas de cultivo que permitan la aireación de la vegetación, la realización de operaciones como el desmochado y la esfemminelatura (poda en verde) y la evitación del uso excesivo de nitrógeno en la fertilización.

Para combatir el oídio podemos identificar dos tipos de actuación

  • Productos de cobertura con acción preventiva (por ejemplo, productos a base de azufre o cobre);
  • Productos endoterapéuticos con actividad curativa y/o erradicante, es decir, capaces de detener las infecciones de oídio en curso (por ejemplo, inhibidores de la biosíntesis de esteroles).

Pueden actuar de forma translaminar (distribuidos en las hojas y atravesando el mesófilo foliar) o sistémica (translocados siguiendo los flujos de savia) distribuidos en las fases de desarrollo donde los flujos de savia tienen una actividad elevada.

Las tecnologías han permitido una evolución de los sistemas de vigilancia y control de patógenos.

Elaisian, gracias a los sistemas digitales de ayuda a la decisión, permite anticipar los ataques hasta 10 días, reduciendo drásticamente el número de intervenciones, evaluando sólo las necesarias y reduciendo también los costes de productos y mano de obra.

Figura 5. La WebApp di Elaisian

Esto es posible gracias al uso de los datos recogidos en campo de las estaciones meteorológicas, procesados gracias a algoritmos adaptados al mildiu y calibrados periódicamente, que permiten a los agricultores, gracias a una WebApp de acceso privado, hacer un seguimiento de las fases de desarrollo de los patógenos y ser alertados en los periodos de mayor presencia del patógeno, a la vez que cuentan con apoyo para decidir el periodo de intervención.

Simone Fiorentino - Dottore Agronomo
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